Adenoma de próstata – HoLEP

HIPERTROFIA PROSTÁTICA BENIGNA (HPB)

La hipertrofia prostática benigna es una enfermedad bastante común y afecta a personas mayores de 40-50 años. Se trata de un agrandamiento (adenoma) de la parte central de la glándula, que provoca un cambio en el calibre de la uretra prostática que la atraviesa, con el consiguiente obstáculo a la salida de orina al momento de la micción. Esta es la razón de los síntomas urinarios que experimentan los pacientes con HPB. De hecho, los síntomas más frecuentes incluyen dificultad para orinar, disminución del chorro urinario, urgencia urinaria y necesidad de orinar con frecuencia, incluso durante la noche. La enfermedad es progresiva, en el sentido de que, con el tiempo, un agrandamiento progresivo de la glándula corresponde a un empeoramiento de los síntomas. Sin embargo, no siempre existe una correlación estrecha entre el tamaño de la próstata y los síntomas, en el sentido de que también hay sujetos asintomáticos con una próstata muy grande, así como sujetos con una próstata pequeña que se quejan de síntomas muy evidentes.

En la fase inicial de la enfermedad, la vejiga es capaz de compensar al menos parcialmente la obstrucción, ya que, al estar la pared vesical formada por varias capas musculares, puede contraerse con mayor fuerza, permitiendo que la orina supere el obstáculo. Sin embargo, con el tiempo, la vejiga tiende a desgastarse y comienza a fallar en su tarea, provocando dificultad para orinar y el posible estancamiento de orina en la vejiga, lo que puede provocar la aparición de infecciones del tracto urinario, debido a la presencia de bacterias en la vejiga. Si esta afección no se resuelve, puede producirse un daño funcional de la vejiga que, en casos extremos, puede llevar a la necesidad de recurrir al sondaje vesical definitivo.

INVESTIGACIÓN DIAGNÓSTICA

Para el diagnóstico de esta patología disponemos de varias herramientas:

  • Tacto rectal: Permite palpar directamente la próstata y apreciar su tamaño y consistencia (una próstata dura o irregular puede hacer sospechar un tumor de la misma).
  • Dosificación de PSA (antígeno prostático específico): El PSA es una proteína producida por la próstata, necesaria para el correcto funcionamiento del líquido seminal. Se mide en sangre tras una muestra de sangre normal. Habitualmente, en pacientes con HPB, su valor está ligeramente aumentado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que cuando el PSA está aumentado, también es imprescindible excluir la presencia de cáncer de próstata.
  • Ecografía transrectal: Se introduce una sonda en el recto y, gracias a ella, es posible visualizar directamente la próstata y el adenoma, y definir específicamente las dimensiones y la posible presencia de zonas sospechosas de tumores o en todo caso patológicas.
  • Uroflujometría y Pruebas Urodinámicas: Permiten evaluar el comportamiento de las vías urinarias durante la micción. Proporcionan información sobre la cantidad y velocidad del flujo urinario, la función de la vejiga y otros parámetros útiles para cuantificar los síntomas del paciente. Al final de estas pruebas, también es posible evaluar el residuo posmiccional, es decir, la cantidad de orina que queda en la vejiga al final de la micción, que en sujetos sanos es nula, mientras que en pacientes con HPB o daño funcional del músculo vesical puede alcanzar incluso valores muy elevados.
  • Análisis de orina: Permite poner de manifiesto tanto las posibles infecciones urinarias en curso como la presencia de sangre, que puede ser un indicador de otras patologías.

 

TRATAMIENTOS

Los objetivos del tratamiento de la hipertrofia prostática benigna son la resolución de los síntomas urinarios, la prevención del daño vesical y renal y, en general, la mejora de la calidad de vida del paciente. Cuando la enfermedad se encuentra en la fase inicial con síntomas irritativos y sin una obstrucción urinaria clara, se puede recurrir a la terapia médica, empleando fármacos que actúan sobre los trastornos urinarios descritos anteriormente. En la actualidad se encuentran disponibles tres categorías de medicamentos:

  1. Extractos de plantas como Serenoa Repens.
  2. Fármacos para tratar la disinergia vesicoesfinteriana, como la Tamsulosina.
  3. Inhibidores de la 5-alfa-reductasa, como Dutasterida y Finasterida.

Por otro lado, cuando la enfermedad se caracteriza por una clara obstrucción urinaria, está indicada la cirugía, con el fin tanto de resolver las molestias del paciente como, lo que es más importante, proteger la función de la vejiga y los riñones. La operación consiste en la extirpación del adenoma, es decir, aquella parte de la próstata que es responsable de la obstrucción. Para ello, se pueden utilizar diversas técnicas quirúrgicas.

Endoscópicamente:

  • Resección transuretral de próstata (RTUP): Se introduce un instrumento en la uretra, se sube hasta la próstata y se reseca mediante un asa diatérmica la parte central de la glándula, responsable de la obstrucción. Esta técnica se suele utilizar para próstatas de hasta 80 g de peso. Presenta una carga de sangrado moderado y requiere el mantenimiento de una sonda vesical durante 3-4 días.
  • TURis Plasma, o RTU bipolar: Similar a la técnica anterior, pero vaporizando el tejido adenomatoso con la utilización de plasma generado a altas temperaturas.
  • Laser Green: Por vía endoscópica se produce la fotovaporización del tejido hiperplásico de la próstata.
  • Enucleación de adenoma de próstata con láser de holmio (HoLEP): Es un método similar al anterior, con la importante diferencia de que no se reseca el adenoma, sino que se desprende de la cápsula prostática mediante un láser. Esta técnica se utiliza hoy en día para próstatas de hasta 300 g de peso y se asocia a numerosas ventajas: reducción del sangrado, mantenimiento de la sonda vesical durante 24-72 horas y reducción de la estancia hospitalaria.
  • Rezum: El Sistema Rezum se trata de una técnica mínimamente invasiva, efectiva y segura para tratar la hiperplasia benigna de próstata (HBP). Entre las múltiples ventajas de este tratamiento, se destaca que no pone en riesgo la continencia urinaria ni la función sexual masculina (eyaculación retrógrada, disfunción eréctil…), a diferencia de otros tratamientos o técnicas quirúrgicas convencionales. Además, no se necesita ingreso y permite intervenir a los pacientes de forma ambulatoria, con sedación.